Hace un tiempo y, después de una situación que me dejo inestable emocionalmente, lo conocí a el. Quien parecía iba a curar todo malestar en mi alma y que, con su sonrisa, podía alejar todo sufrimiento de mi vida.
Habíamos hablado un par de veces previas, nada importante si lo comparamos con lo que iba a suceder. Un par de conversaciones sin terminar fueron determinantes para saber que, ahora sí, era nuestro momento. Empezamos a tener una conversación recurrente donde sin sus "buenos días", mis actividades cotidiana empezaron a tambalear ¿Cómo era posible que esto me pasara con alguien que ni siquiera había visto fisicamente?
Lógicamente, recuerdo la primera vez que lo vi. Tan mío, tan hecho para mí ¿Cómo no íbamos a estar destinados a ser si nuestras almas se sentían tan iguales? Desde nuestra primera interacción y nuestras manos tonteando, frágiles, intentando pretender que no morían por tocarse, supe que nuestra conexión era única ¿Saben? De esas veces que dices "tiene que ser real" porque la sientes en tus huesos, en el fondo de tu alma algo grita "tiene que ser aquí". Supe, desde el primer momento, que no iba a ser sencillo salir de ahí y, aún así, lo intente.
Nuestras similitudes eran tan grandes que él también padecía una inestabilidad cotidiana y, como yo, iba saliendo de una relación bastante caótica. Nunca fue una señal para mí, solo completaba mi idea de que debíamos ser y, por ello, el destino nos puso en situaciones similares. Claro que sabía que seguía sintiendo algo por alguien más, pero no era nada que nuestra conexión no pudiera salvar.
Trasgredimos los limites humanos, íntimamente, parecía que solo el podía entenderme y elevarme al nivel del cielo con sus manos acariciando mi cuerpo. Poco después, preguntaba por mí, por lo profundo que me constituye, mientras elogiaba mis facciones, yo me sentía tan segura, tan completa. No era posible que alguna vez hubiera sufrido de la forma en la que lo hice si él me hacía sentir de esta forma.
El tiempo fue pasando y la mentira fue cayendo. Las conversaciones se cortaban, había días que no me respondía y yo, mientras, me pregunta qué había hecho mal para perder esta conexión irreal que parecía nunca hubiera existido porque dentro de las migajas, no parecía haber rastro de ella.
A pesar de que todo estaba cayendo, yo tenía esperanza de salvarlo, de salvarnos. Visite cada lugar en el que estuvimos como para atar nudos y sostener esta idea de lo que me había hecho sentir ¿Cómo algo tan fugaz pudo importarme tanto? No lo entendía y quiero creer que él tampoco, por eso su desaparición constante. Al final, quién era yo si no la persona que suele huir de todo lo que le cuesta enfrentar. Sabía que él pasaba por lo mismo que yo, de nuevo, estábamos conectados y dos personas que piensan igual no podían acabar bien.
Le di su espacio y pretendí que no quería buscarlo, aunque quería encontrarlo en cada lugar que sabía que frecuentábamos los dos. Por razones de la vida, nunca lo encontré. Intente hablar con él un par de veces, todas nulas. No podía negar que erámos bastante iguales, por ello, tuve que convencerme que uno era peor que el otro, obligandome a matar esta idea de él como única persona en la tierra que me entendia porque, alguien que realmente me entendiese, nunca me hubiera hecho esto.
Quisiera decir que lo dejé de pensar, que en cada caricia no deseaba que fuera él quien me la daba, pero no era así. Tuve que matar la idea de él, pero mi necesidad de sentirlo nunca se enterró con ella.
Me pidió perdón meses después, para mí "ya era tarde". Ilusa, quisiera decir que esta fue nuestra última interacción y que jamás lo busque después, que no supe de su viva voz que, todas esas veces, estuvimos en los mismos lugares y que, él y yo, como de costumbre, habíamos vivido los siguientes 8 meses de forma similar. Quisiera decir que no volví a sentir esa conexión y que no desee que se quedará no solo la noche, sino la vida. Que no quería protegerlo y protegernos, muriendo porque, por fin, pasáramos. Termine fingiendo que no deseaba que, esa persona que puse en un pedestal, fuera exactamente como la imagine, para que su presencia y su ausencia no me doliera tanto.
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