"Rara vez, muy raramente, la verdad completa pertenece a cualquier revelación humana; rara vez puede suceder que algo no esté un poco disfrazado, o un poco equivocado".
-Jane Austen.
En el silencio de la noche, cuando el mundo duerme y solo los susurros de mis propios pensamientos llenan el aire, me encuentro confrontando una verdad dolorosa: La maternidad con Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) no siempre es un camino lleno de alegría y felicidad. Para algunxs de nosotrxs, la maternidad es una carga pesada que llevamos en silencio, una experiencia marcada por la lucha constante y la sensación abrumadora de no estar a la altura.
La sociedad nos dice que la maternidad es un regalo, un estado de gracia que debería llenarnos de alegría y satisfacción. Pero los que luchamos con el TLP, la maternidad puede ser una experiencia marcada por la ansiedad, la culpa y la sensación de ser incapaces de cumplir con las expectativas impuestas sobre nosotras.
Cada día es una batalla, una lucha interna entre el deseo de ser una buena madre y la pregunta constante: ¿Es la maternidad algo realmente mágico y romántico si, constantemente, los momentos de alegría son eclipsados por la sensación de estar al borde del abismo emocional, luchando por mantener la cabeza fuera del agua, en medio del océano, durante la tormenta?
La culpa es una compañera soez y lacerante, mantiene fijo el cuestionamiento de si somos lo suficientemente buenas, lo suficientemente fuertes, lo suficientemente capaces de manejar las demandas de la maternidad. Nos preguntamos si nuestros hijxs merecen algo mejor que nosotras, sí serían más felices sin nosotras.
La ansiedad nos llena de miedo y dudsa en cada paso del camino. Nos preocupamos por el futuro de nuestros hijos, por si seremos capaces de protegerlos y guiarlos, mientras se mantienen la pregunta de ¿Cómo voy a hacer feliz a una vida cuando no puedo conseguirlo para la mía? ¿Alguna vez seremos capaces de encontrar la paz y la estabilidad emocional que tanto anhelamos?
Incluso en medio de la oscuridad, encontramos destellos de luz. En los momentos más difíciles, nos aferramos a la esperanza de que algún día encontraremos la paz y la felicidad que tanto buscamos. Nos aferramos a la idea de que, a pesar de nuestras luchas, somos amadas y valiosas, tanto como madres como como seres humanos.
La maternidad con TLP puede ser un camino lleno de desafíos, pero también puede ser un viaje de autodescubrimiento y crecimiento. A medida que avanzamos por este camino lleno de altibajos emocionales, aprendemos a aceptar nuestras imperfecciones y a amarnos a nosotrxs mismxs de manera incondicional. Encontramos fuerza en nuestra vulnerabilidad y esperanza en la promesa de un mañana mejor. Y aunque el camino por delante pueda estar lleno de obstáculos, seguimos adelante con valentía y determinación, sabiendo que no estamos solas en nuestra lucha.
Hoy por hoy, encuentro paz en mis dudas y respuestas concretas. Está bien no sentir la maternidad como algo absolutamente feliz ni romántico o perfecto. Entiendo en el tumulto de pensamientos y emociones con los que lucho a diario, que amo a mi hijo desde lo más profundo de mi ser, pero no disfruto la maternidad. Al final del día, eso está bien y de eso se trata, del amor incondicional y no del disfrute del sufrimiento. No pienso convertirme en la madre abnegada que supone el sufrimiento antes que su estabilidad, pues comprendo que aun con todo lo que el TLP significa, si estoy bien conmigo misma, mi amor por mi hijo se reflejará de la manera más sana y completa posible.
"NO HAY MEJOR INFANCIA PARA CUIDAR A OTRA, QUE UNA INFANCIA ROTA, PUES ASÍ, PODREMOS IDENTIFICAR, CUIDAR Y VALIDAR EL AMOR QUE NOS ENTREGAN NUESTROS HIJOS "
-Jocabed Ramirez. Directora General -de TLPianxs Haciendo Cosas.
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